Laura Liberatore: “La ilustración se encamina hacia la animación”


Ilustradora venezolana nacida en Caracas y renacida en la Gran Sabana. Egresada del Instituto de Diseño Fundación Neumann, se ha desarrollado como acuarelista de corazón y en la actualidad como artista digital con clientes en todo el planeta. Actualmente cumple su sueño, pues está creando un libro ilustrado para adultos de 200 páginas y dice que si fuera joven, incursionaría en la animación. Por Francisco Javier Gómez

Laura Liberatore cuenta con una larga trayectoria dentro de la ilustración infantil en Venezuela. En su haber podemos mencionar La Danta Blanca y el reconocimiento otorgado como mejor libro infantil a El Tigre y el Cangrejo. Cuenta con otros reconocimientos entre los cuales destaca el premio a “Mejor Narración Gráfica” en la exposición de Arte Fantástico realizada por la Alianza Francesa de Venezuela en 1993 .

¿A qué rama de la ilustración te has dedicado?

Me he dedicado a los libros, muy pocas etiquetas o ilustraciones de revistas… más que todo libros para niños y para adultos. Desde hace 10 años empezó a fallar la dinámica de trabajo que tenía aquí. Trabajaba con todas las editoriales, y empezó fallar el trabajo y mi esposo también estaba a punto de perder su empleo y en la desesperación empecé a buscar trabajo para afuera y gracias a Dios conseguí, en la actualidad trabajo para gente de Argentina, EEUU, Países Árabes… de todas partes del mundo. En el país ya no hay el ritmo de trabajo como en otras épocas en que todas las editoriales estaban publicando, el Banco del Libro, Monte Ávila... ahorita todo está más paralizado.


¿Cuál fue la clave de tu formación como ilustradora?

Lo más importante es la curiosidad para experimentar cosas diferentes… Eso ha sido clave y no dar por sentado que ya no hay más nada que aprender. Siempre, siempre, hay algo nuevo que aprender… yo siempre estoy aprendiendo de nuevo, estoy loca por hacer unos cursos de animación, para mí la curiosidad y una inmensa ganas de aprender es lo más importante.

¿Cómo defines tu técnica, tradicional, mixta?

En mi alma yo soy acuarelista, me encanta la acuarela, pero en los últimos tres años he trabajado exclusivamente de forma digital con Photoshop que es lo que más uso, a veces uso Corel Painter. Yo empecé a usar la computadora y la tableta Wacom desde los años 80. Tenía un amigo que se compró la computadora y la Wacom y el primer Photoshop. Me la pasaba en su estudio viendo como él dibujaba, pero yo le decía “todavía el Photoshop esta “chimbísimo” yo todavia no voy hacer esa inversión… era una inversión grande y ya yo vivía sola, pagaba alquiler de casa y oficinas, para mi era demasiado costoso y decidí esperar.. Al tercer año que el tenia el Photoshop decidí hacer la inversión, me compré la Mac la Wacom la tableta y con ayuda de él y otros amigos fui aprendiendo dándome tortazos. En esa época había otro programa que se llamaba Painter que era más para artistas, te daba más soltura y todo, la cosa es que ese programa a la hora de ir a imprenta era un desastre porque no tenía CMYK, sólo tenía RGB y las imprentas necesitaban CMYK, pasaba que entonces yo estaba haciendo las ilustraciones en RGB y el trabajo llegaba imprenta y los colores cambiaban, en particular los verdes se convierten en otra cosa. Ese tipo de sorpresas a mi no me gustaba y así fui abandonando el Painter aunque fuera más amigable y me fui metiendo más en el Photoshop que sí tenía CMYK, en donde tenía control absoluto y lo que estaba viendo en el monitor era lo que iba a salir en las imprentas y en los libros. Ahora en Photoshop tengo mis propios pinceles, mis herramientas y me siento muy cómoda: tengo texturas, fondos ya preparados, apenas aparecieron las computadoras me interesé por ellas porque como te dije, soy muy curiosa.


¿Cómo fue tu primer trabajo como ilustradora?

Cuando salí del instituto mi primer trabajo fue para Alirio Palacios, una portada para la Revista Nacional de Cultura. Yo desde niña iba a ser ilustradora, yo no iba a ser diseñadora. Estudié diseño porque era lo que más se acercaba a lo que yo quería, la carrera de ilustración no existía y artes plásticas no me interesaba porque no quería ver mis trabajos solamente en una pared, por eso tomé durante mis estudios todas las electivas de ilustración, de color, fotografía y Alirio Palacios, el pintor, me dio dos años de clases de ilustración y como le gustaba mucho mi trabajo, apenas me gradué me dijo para hacer esa portada. Después fui al Banco del Libro con Mónika Doppert que era la directora de arte. Yo fui con mi portafolio, pero ella me dijo que no servía, que no me habían enseñado a ilustrar en el instituto. Imagínate, en donde yo había estado 4 años sacando 20 puntos en línea, dibujo e ilustración, es decir yo juraba que tenía a Papá Dios agarrado por la chiva, pero entonces esta alemana que era la directora del Banco del Libro (porque yo soñaba con ilustrar para Ekaré), me dijo que no me habían enseñado a dibujar ni a ver, sino que yo era una fotocopiadora humana, que tenía un ojo que creaba fotos de lo que yo veía, pero que no sabía crear un cuento. Entonces cuando le rebatí eso, ella me dio un cuento para hacer la prueba y me dijo que le hiciera una ilustración. Allí yo me di cuenta de lo que me estaba diciendo.

Estuve deprimida como tres días, pero fui para allá otra vez y le pregunté: ¿qué era lo que tenía que hacer para ser ilustradora? entonces me dijo que me metiera en unas clases de dibujo con un europeo que estaba en Venezuela en ese momento y estuve un año de clases intensivas y fui de nuevo al Banco del Libro cuando había terminado el curso de dibujo y Mónika me dijo: “ahora si te doy un libro”, y salió de allí El tigre y el cangrejo, ese fue mi primer libro ilustrado a color con el Banco del Libro.


¿Cuál ha sido tu mejor experiencia como ilustradora?

La experiencia más increíble la estoy teniendo ahorita, porque yo tenía el sueño de hacer mi propio libro para adultos y estoy trabajando en él. Aquí la jefa, la que decide soy yo, y soy feliz. Tengo que dedicarle más tiempo para terminarlo, pero los otros compromisos me han mantenido ocupada, ya tengo 60 ilustraciones. Son 200 páginas con el texto, ese es mi sueño, para eso yo me he preparado toda mi vida, por eso es mi trabajo favorito.

¿Cómo aplica el derecho de autor en tu trabajo?

Internacionalmente no me ha funcionado, es decir, me compran las ilustraciones y cada cliente tiene reglas diferentes, pero la mayoría de los clientes para los que estoy trabajando no son editoriales, son maestras, escritores, personas que quieren sacar un libro infantil y editan sus propios libros, ellos no me pagan derechos a mi, hacen un pago único y si el día de mañana ese libro es un éxito me fregué. El negocio del libro es un pacto de caballeros porque no tienes manera de saber de verdad cuántos libros vendió la editorial, por eso es un negocio de confianza y de estrellarse, porque hay editoriales que te trasquilan, que te dicen que no han vendido nada y si han vendido. Aquí han habido varios casos de esos, entonces yo lo que hago con estos clientes desde que estoy trabajando para afuera es cobrar un paquete único y ya, y siempre sale mi nombre en las portadas de los libros.


¿Has trabajado con asistentes?

Sí, pero no me ha funcionado, porque yo soy una persona muy responsable. Si yo digo que un trabajo es para dentro de 15 días, es para dentro de 15 días, llueva truene, relampaguee o explote el planeta, y cuando trabajas para afuera todavía más, porque estás trabajando con personas en Estados Unidos, Europa, Singapur y tienes que cumplir porque si no, no te vuelven a llamar. Ellos están acostumbrados a la puntualidad y las personas que yo he contratado han sido muy informales. Cuando daba clases contrataba a estudiantes que eran muy buenos, o colegas profesores que eran excelentes y coye, se desaparecían, eso me ponía muy nervios y decidí dejar de hacerlo. A lo largo de mi carrera lo he hecho 7 u 8 veces. La última vez fue un desastre, un estrés, quedé mal con los clientes y me dije: se acabó, no lo hago más, no trabajo más así, o yo no he tenido la suerte de conseguir gente que me cumpla. Aparte hay otro factor y es que la ilustración es personal, yo tengo una gama de colores, a mi me gustan los colores brillantes y muy vivos para los libros infantiles y a veces yo daba a colorear un trabajo a un asistente y este lo hacía, pero cuando se lo entregaba al cliente ellos me decían: “Esto no parece tuyo, no son tus colores”.

¿Cómo es el trabajo en la industria editorial?

Yo he trabajado con editoriales grandes y ahora con personas naturales, como mi vecina o algo asi, las editoriales grandes te dan seguridad, tu sabes que vas a cobrar cada seis meses o una vez al año las regalías. Ellos tienen un director de arte, que en Venezuela eran muy invasivos: “Ay Laura, ese cielo anaranjado no me gusta… pon el cielo azul” o cuando llevaba los bocetos a lápiz y se los presentaba entonces lo veían y decían: “no es lo que quiero, quiero otra cosa”, y a veces tenía que rehacer todo el libro, pero si me estás llamando ves mi estilo. No se trata de que me pidas otra cosa, en el exterior no es así. Cuando me contratan, me tratan como una Diosa, les gusta y si quieren un cambio te lo piden, pero hay un respeto por el estilo.


Según tu experiencia, ¿Qué hace a un ilustrador profesional?

Un buen manejo de la técnica, cualquiera que sea, un trabajo de calidad técnicamente hablando y que sea una persona cumplida con los tiempos. No te imaginas lo importante que es cumplir los tiempos, la responsabilidad.

¿Y el portafolio?

Uno se da cuenta cuando un portafolio es de un principiante o un profesional porque hay un trabajo serio, cuidado limpio, organizado. Cuando daba clases había gente con mucho talento y otros con menos, y estos que tenían menos con trabajo de hormiga lo conseguían, llegaban lejos. Uno nunca debe desechar a nadie porque capaz que con unos garabatos te haces famosísimo. Un portafolio tiene que hablar de ti, de tu técnica, tu calidad de trabajo, tu limpieza y los detalles.


¿Qué le recomendarías a los nuevos ilustradores venezolanos?

Que investiguen qué se está necesitando en el mercado… tengo tiempo trabajando para el mercado internacional y veo hacia donde se está moviendo el mercado mundial. Si yo fuera joven, en este momento me diría que hay que ir hacia la animación. Hoy en día todo el mundo de la ilustración se está encaminando hacia la ilustración en movimiento, ya sean los libros en las tablets que los niños pasan las páginas y tocan el carrito y se movió o la pelota brincó. Los videojuegos están absorbiendo a una cantidad de ilustradores y son muy bien pagados. Las grandes empresas se están promocionando a través de animaciones en YouTube.

Si yo fuera joven me iría para el área de animación sin duda. Los libros nunca van a desaparecer, pero llegará el momento en que van a ser artículos de lujo, no puedes comparar el costo de un libro en la tablet de 5$ a un libro impreso de más de 20$ y hay cosas que hago que me encantaría ver en animación.